CONCLUSIONES

Como hemos podido comprobar, a priori el algoritmo de Strassen no supone una exagerada disminución de la complejidad de los algoritmos tradicionales de multiplicación de matrices. Sin embargo, hay que tener en cuenta la utilidad de este tipo de algoritmos hoy en día en informática. En tratamiento de imagen o de vídeo, por ejemplo, lo que se hace es procesar matrices de enormes dimensiones, así que cualquier tipo de disminución en la complejidad podría ser clave. De hecho, estamos hablando de complejidades exponenciales. Para matrices pequeñas, la diferencia entre el algoritmo de Strassen y los algoritmos tradicionales podría ser inapreciable, pero a la hora de multiplicar matrices de tamaño 1.000 x 1.000, la naturaleza de la exponencialidad hace que la complejidad crezca cada vez más rápido cuanto mayor sea la potencia, así que en esos casos hay una diferencia enorme entre los algoritmos.

Además, no se trata sólo de la mejora que trajo el algoritmo de Strassen en sí, sino también de la carrera que inició para conseguir el mejor algoritmo posible. Fue el primero en señalar que el enfoque tradicional no era el correcto, y gracias a él hoy en día existen algoritmos mucho más rápidos. A día de hoy, el algoritmo más rápido ha superado con creces al algoritmo de Strassen: fue diseñado por Virginia Vassilevska Williams (UC Berkeley and Stanford University), publicado en 2011 y tiene una complejidad de Θ().

Es una prueba más del camino que tienen por delante algoritmos como este, tan importantes en informática, y de las virtudes que trajo consigo el paradigma de programación Divide y Vencerás.

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